A través de las líneas de El niño divino y el héroe se pueden observar dos diferentes modos de vida: Uno de ellos, caracterizado por la fe en la perfección intrínseca de la existencia y del hombre, parece hacerse eco de las filosofías de Oriente; el otro, que enfatiza lo malo de nuestra condición humana, refleja la doctrina del pecado original que satura las perspectivas del Judaísmo, la Cristiandad y el Islam.