La novela presenta la peculiaridad de estar contada por un difunto. Al narrar su vida desde el más allá, Brás Cubas, libre ya de los usos sociales y lejos de los fastos envenenados del mundo, puede confesar todo el mal que hizo a los demás y a sí mismo, así como revelar y analizar la hipocresía de aquellos con quienes convivió, sin tener que sufrir juicio alguno por ello.