Stella Rode ha perturbado de dos maneras los antiguos claustros del colegio de Carne: primero, por ser considerada una persona fuera de lugar, con un gusto especial por los cubrebandejas y los platos de porcelana; y segundo, por haber sido hallada sin vida. Una vieja amiga del servicio de espionaje le pide a George Smiley que investigue el suceso. Smiley sabe que Stella temía que su marido la asesinara, pero a medida que indaga más allá de la respetable fachada de Carne, descubre que el caso es mucho más que un crimen pasional