Aún no lo sabía, pero mis extraordinarios encuentros con los autores malditos, oficiantes de una belleza decadente y extrema, me servirían de guía para descubrir un Japón inesperado y misterioso. Me disponía a conocer, en la vida real o sobre el papel, a los pioneros de ese relato en imágenes que primero tomó el nombre kibyoshi, luego el de ukiyo-e y posteriormente el de muzan-e, hasta convertirse por último en manga o anime. Este es mi viaje en compañIa de los Grandes Maestros: crueles, irreverentes, inexpugnables. A través de los siglos Kyoden, Yoshitoshi, Maruo, Ito o Yamamoto fueron tejiendo una telaraña a base de visiones que llegarían hasta nosotros con la fuerza de un tsunami punk.