Cuando Vladimir Arseneiev oficial del ejército del zar y explorador regresó a Moscú con mapas de los desconocidos confines de Siberia y fue recibido como un héroe, su primera reacción fue pedir reconocimiento para el cazador Dersu; un hombre sencillo capaz de descifrar con prodigiosa intuición los secretos de la taiga; un guía que salvó la vida de Areneiev y de sus hombre en varias ocasiones.